Extimidad 2.0: ¿retransmites tu vida por Internet?

Más de mil cámaras velan por su seguridad. Muchos de lo que leen ahora estas líneas recordarán la campaña que lanzó Metro Madrid hace unos años, y que fue aprovechada para hacer una película con el mismo nombre. El uso de cámaras de seguridad en comercios, instituciones y en la vía pública ha sido objeto de debate en múltiples ocasiones, cuestionando la conveniencia de que se muestren imágenes que en algún caso pudieran afectar a nuestra intimidad, independientemente de sean instrumentos muy válidos para garantizar la seguridad.

Curioso asunto, porque a muchos no les gusta que se vea su imagen, pero les encanta retransmitir su vida de forma constante. Más allá de que cada vez más personas anónimas salgan en medios de máxima difusión (como por ejemplo, en Callejeros, Vidas Anónimas, España Directo y programas de ese estilo),  para mi opinión, dos han sido los fenómenos que ha acelerado los procesos de extimización de la realidad individual: el primero,  la aparición de Gran Hermano. Se trataba, según Mercedes Milá, de un “experimento sociológico” (si realmente lo fue poco queda de él) donde podíamos escrutar como espectadores los comportamientos e interacciones de personas normales y corrientes. De alguna manera, fue la primera oportunidad que tuvimos en España de ver y oír el día a día de unas cuantas personas, lógicamente con su permiso e innumerables cláusulas firmadas en un contrato.
Algo antes, aunque casi de manera contemporánea, el teléfono móvil fue otro de los precursores de este tipo de comportamientos. Las preguntas que estamos acostumbrados a visualizar en nuestro muro de facebook o en el timeline de twitter  ( “¿Qué estás haciendo? ¿Qué pasa? O ¿Qué estas pensando?”, entre otras) ya eran muy prototípicas, y lo siguen siendo, de muchas conversaciones por teléfono. (“¿Dónde estás? ¿Te falta mucho para llegar? ¿Cuándo vas a venir?”) y cosas por ese estilo.
En todo caso queda claro a estas alturas que la explosión y el uso masivo de las redes sociales han generado algunas nuevas formas de relacionarnos con los demás, pero más aún si cabe, de retransmitir nuestra vida a través de Internet. Lejos quedan ya aquellas conversaciones por el ICQ (fue el primer servicio de mensajería instantánea y sigue vigente) y los chateos con el Messenger (aunque éste último ya nos permitía tener agregados a nuestros amigos o contactos, o incluso clasificarlos en diferentes categorías).
Actualmente no es raro (más bien es bastante habitual), que en los muros o en los timelines sepamos, aunque sea de modo simplificado, lo que están haciendo los demás. Podemos hacer una foto y enviarla a través de diferentes servicios casi en tiempo real para que nuestros contactos puedan verla; colgamos enlaces que consideramos interesantes, usamos el foursquare para que los demás nos ubiquen en un emplazamiento concreto y en la mayoría de las ocasiones decimos lo que estamos haciendo o lo que vamos a hacer ( “De paseo por la calle, hace mucho frío”, “Esperando a mi primo para irnos a la playa”, etc…)
Sin embargo, somos muy diversos, y nadie hace un uso exactamente igual de las redes que otra persona. Algunos necesitan un contacto permanente con las aplicaciones sociales, y otros les dan uso más limitado u ocasional. Ciertas personas prefieren mantener un cierto anonimato, y a otras no les importa, e incluso les gusta mostrar todos los aspectos de su vida, ya sea de una forma narrada o audiovisual (diría que hay usuarios de facebook que tienen las fotos de toda su vida repartidas en álbumes y a la vista de los demás).
 De ningún modo quiero hacer juicios de valor concretos sobre los diferentes usos de las redes sociales, yo soy usuario asiduo de ellas y les doy el uso que entiendo más conveniente; creo que la mayoría hará el resto. Tampoco toca hacer hoy una clasificación de tipos de usuarios de redes, en primer lugar porque ya circulan unas cuantas por Internet y sobre todo porque no es el objetivo de este post. El objetivo que me planteo hoy es si necesitamos en realidad compartir tanto y visibilizarnos ante los demás, o han sido las redes quienes han acelerado el ansia por compartir contenidos de todo tipo, pero en muchos casos contenidos de carácter personal.
Dejo varias preguntas abiertas: ¿Suplen las redes 2.0 a la vida 1.0? ¿Qué objetivos buscan los usuarios cuando publican en sus muros? ¿Es necesario retransmitir nuestra vida por Internet? ¿En qué medida lo haces tú?

Una nueva aventura

Cuando estudiaba Psicología en la Universidad de La Laguna, Internet empezaba a dar sus primeros pasos en España. Recuerdo que en la sala de ordenadores de la Facultad todavía había unas máquinas con procesador 286, con unas fantásticas disqueteras de 5 y 1/4 y otras de 3 y 1/2 donde alguna que otra vez tuvimos que trabajar con algunos comandos de MS2 y ese tipo de cosas que ya nos suenan tan arcaicas.

Eran tiempos donde, aunque tuviéramos un ordenador con un procesador algo más avanzado que los de la sala de informática, si chateabas o usabas el messenger eras un poco bicho raro, y el Encarta seguía siendo la mejor manera de buscar información medianamente amplia sobre algún tema en concreto. Las posibilidades que ofrecía Internet eran buenas pero muy limitadas.

Sin embargo, la red de redes ha crecido exponencialmente en los últimos años, y uno de los motivos de que haya ocurrido, obviando las búsquedas en google y otros menesteres, ha sido la proliferación de redes sociales. Son ya casi incontables las aplicaciones sociales que podemos encontrar en Internet, algunas más «generalistas» y otras más especializadas (ej: música, empleo…), y son millones y millones de usuarios los que cada día comparten algo de sí mismos de manera digital.

Lo virtual está siendo tan importante como lo real; las dos plataformas, la analógica o 1.0 y la digital o 2.0 interaccionan hasta tal punto que algunos que están en el 1.0 quieren pasarse al 2.0, y los que están en el 2.0 quieren «desvirtualizar» a las personas que han conocido en la red.

Mi amigo Sergio Martín Corzo ha querido darme la oportunidad de compartir con él la entrada a la blogosfera; dentro de poco hará año y medio que escribimos en el blog formación y talento. Precisamente es escribiendo en este blog donde me he dado cuenta de que cada vez más escribía sobre una temática más puramente psicológica, incluso a veces a modo de catarsis personal sobre cosas que me habían ocurrido. No voy a dejar de escribir en el blog que comparto con mi amigo, ni mucho menos, pero necesitaba otra vía más adecuada para hablar de asuntos que se escapan de la formación, la orientación y el mundo de la empresa.

Es por ello que empiezo hoy con este «spin-off» de formación y talento. Las pretensiones del blog Conducta 2.0 son sencillas: escribir sobre psicología y 2.0 y responder a algunas preguntas: ¿como han influido las redes en nuestro comportamiento? ¿Eres igual 1.0 que 2.0?, y muchas otras cuestiones de las que iré escribiendo. Espero que todos se sientan invitados a participar y a expresar su opinión así que simplemente….Nos vemos por las redes!

P.D. El dibujo ha sido tomado del grupo Comunicación Social Media en Facebook, muchas gracias @Luz_Martin